Siempre a tu lado
UN TOQUE DE CONCIENCIAAutora:Clairet Reyes.
miércoles, 23 de marzo de 2016
LA DELGADA LINEA ENTRE EL ENFERMO Y CUIDADOR
La enfermedad es, esa
sacudida que nos da la vida, a veces. Pararnos ipso facto ante lo
que estemos haciendo y replantearnos todo nuestro
plan.
Cuando una persona cae enferma, se le debe cuidar para conseguir hacer más llevadera su enfermedad, pero ... ¿Quién cuida al cuidador?
En
este sentido, si usted es un enfermo ¡por favor tenga
compasión con quien le cuida! Trate de ser considerado. Si
siente un poco de mejoría, demuéstrela, por ello no se le va a
abandonar, pero le dará un grandioso margen de tranquilidad a su
familiar.
He visto familias donde existe mucha colaboración, trabajan como un engranaje perfecto.
He visto a pacientes salir del quirófano, enfermeras llamar a familiares y no aparecer nadie.
He visto también a familiares acompañantes querer tomarse un café, pero no se atreven a moverse para no dejar al paciente solo.
He visto cuidadores comer un trozo de pan de la bandeja que le corresponde al enfermo, porque nadie se le ocurrió llevarle comida, porque presuponen que “está bien” y no le falta de nada.

Quiero aprovechar este artículo para agradecer al personal de la 3era y 4ª planta del "Hospital Ramón y Cajal", al personal de quirófano, desde camilleros, celadores, enfermeras y médicos por su dedicación, por su vocación y por lo bien que tratan a los pacientes y familiares… “¡¡¡Gracias!!!”.
Cuando una persona cae enferma, se le debe cuidar para conseguir hacer más llevadera su enfermedad, pero ... ¿Quién cuida al cuidador?
Existe
una delgada línea que separa la vida de un enfermo y de quien le
cuida. La persona que está enferma, espera que le
cuiden, que le protejan, que le guíen. Debe dejar, en
oportunidades de ejercer su normal vida, para dejarse estar, es la
única manera que puedan sanarse, dejarlo todo y pensar solo en su
salud.
Mientras
que, el que cuida, debe ser fuerte, saber qué hacer en un momento
de urgencia, saber resolver, estar siempre cerca, sin dejar su
vida de lado, debe continuar con su trabajo, con la familia,
las responsabilidades, con vida simplemente dejarlo todo
entregando casi su existencia al cuidado de quien lo necesita, y
así lo espera.
El
enfermo siempre estará atendido en el hospital, por enfermeras,
médicos, fisioterapeutas, personal de servicio. Se le pregunta
¿Cómo sigue? ¿Cómo está? ¿Qué necesita?...
Al
cuidador, se le da por hecho que es el fuerte, es “al que le ha
tocado”, y el que no tiene derecho a pedir ayuda. No se le
pregunta ¿Cómo esta? y en escasas oportunidades se le pregunta
¿dormiste bien? La respuesta es obvia, ya que tienen para dormir
un sillón reclinable donde escasamente se pueden mover.
Las enfermeras del turno de noche (benditas todas por su profesión), entran a colocar las dosis que corresponden cada dos horas y en oportunidades cada media hora, dependiendo de la gravedad del mismo...
LA VUELTA A CASA
Las enfermeras del turno de noche (benditas todas por su profesión), entran a colocar las dosis que corresponden cada dos horas y en oportunidades cada media hora, dependiendo de la gravedad del mismo...
LA VUELTA A CASA
Cuando
se llega a casa con el enfermo, de recuperación, es mucho mejor
¡ya estás en casa! Pero comienza otro proceso... Se da por hecho
que todos están descansado. El paciente continúa requiriendo sus
medicamentos, pero ahora es el familiar, quién sustituyendo
a las enfermeras debe coordinar los horarios, de los
medicamentos a tiempo; debe seguir con la vida diaria de la casa y
si tiene un tiempo, echar alguna que otra cabezada por la noche.
Hay
enfermos que son receptivos. Es más fácil de cuidar, aquel
que se deja ayudar, y atender.
Pero si toca un paciente que por su enfermedad o carácter es intranquilo y neurótico, tendrás que lidiar con una dosis más de paciencia de la habitual.
Pero si toca un paciente que por su enfermedad o carácter es intranquilo y neurótico, tendrás que lidiar con una dosis más de paciencia de la habitual.
Y
es que existe una delgada línea que separa al enfermo del
cuidador, donde los derechos y los deberes de cada uno se unen en
un amor fraternal para hacerlo más llevadero.
En
este sentido, si usted es un enfermo ¡por favor tenga
compasión con quien le cuida! Trate de ser considerado. Si
siente un poco de mejoría, demuéstrela, por ello no se le va a
abandonar, pero le dará un grandioso margen de tranquilidad a su
familiar.
Si
usted es cuidador, tenga paciencia, al fin y al cabo a nadie le
gusta estar enfermo, y recibir pinchazos, tomar medicamentos cada
hora, sentirse mal... ser dependiente. La única manera de
superarlo es con el amor profundo que usted siente por su enfermo.
Saque todo ese amor, expréseselo, no encontrará mejor momento.
Y
si usted es familiar cercano ¡por favor, ofrezca su ayuda! Aunque
el cuidador no se la pida. Insista, insista en que duerma. Quédese
con el enfermo y sustituya al cuidador unas horas para que pueda
descansar, dar una vuelta, respirar... Esto le permite al cuidador
tener perspectiva y ganar fuerzas. Llévese al cuidador
a otro lugar fuera del hospital o del entorno del enfermo. O
simplemente a tomarse un desayuno, mientras alguien se queda con
el enfermo.
Piense que esa persona que se convierte en el cuidador, aun teniendo alternativas, decide cuidar al enfermo y permanecer a su lado hasta su recuperación.
Piense que esa persona que se convierte en el cuidador, aun teniendo alternativas, decide cuidar al enfermo y permanecer a su lado hasta su recuperación.
Cuando
hay un enfermo en la familia (y esto es inevitable en algún
momento de la vida) se debe formar un equipo coordinado de acción.
He visto familias donde existe mucha colaboración, trabajan como un engranaje perfecto.
He visto a pacientes salir del quirófano, enfermeras llamar a familiares y no aparecer nadie.
He visto también a familiares acompañantes querer tomarse un café, pero no se atreven a moverse para no dejar al paciente solo.
He visto cuidadores comer un trozo de pan de la bandeja que le corresponde al enfermo, porque nadie se le ocurrió llevarle comida, porque presuponen que “está bien” y no le falta de nada.
Nadie
está bien en un hospital, salvo el personal que trabaja y recibe
un sueldo por ello y hacen su trabajo con dedicación y esmero.
Enfermos,
familiares y cuidadores... es aquí donde la delgada línea
pareciera no existir, pero es donde el dicho “en la unión esta
la fuerza” gana más sentido.
La palabra que define el proceso es compasión. Compasión por el enfermo, por el cuidador, por su familia. No te limites a preguntar ... ve, presta la ayuda necesaria, con todo el amor del mundo, con la dedicación y la excelencia que su alma pueda demostrar... Ya el Universo se encargará de regresarte multiplicado el tiempo, el dinero, el esfuerzo y la intención.
La palabra que define el proceso es compasión. Compasión por el enfermo, por el cuidador, por su familia. No te limites a preguntar ... ve, presta la ayuda necesaria, con todo el amor del mundo, con la dedicación y la excelencia que su alma pueda demostrar... Ya el Universo se encargará de regresarte multiplicado el tiempo, el dinero, el esfuerzo y la intención.

Quiero aprovechar este artículo para agradecer al personal de la 3era y 4ª planta del "Hospital Ramón y Cajal", al personal de quirófano, desde camilleros, celadores, enfermeras y médicos por su dedicación, por su vocación y por lo bien que tratan a los pacientes y familiares… “¡¡¡Gracias!!!”.
A
la zona de oncología, y la maravillosa Unidad de ICTUS del
"Hospital Ramón y Cajal", desde las chicas de
recepción. A Voluntarios de la Asociación Española Contra
El Cáncer. Médicos y enfermeras. Dios los
bendiga a todos, hacen un trabajo excelente, permiten
que la angustia sea más llevadera ¡Gracias... un millón de
gracias! © Cjrt
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